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Su trabajo ha resistido durante tres generaciones gracias a la habilidad para adaptarse a los cambios
Su trabajo ha resistido durante tres generaciones gracias a la habilidad para adaptarse a los cambios – EFE

Un siglo y tres generaciones de artesanos del hierro en Guadamur (Toledo)

La familia Sánchez regenta en Guadamur (Toledo) uno de los tres talleres de forja de hierro de la provincia, que ha resistido durante un siglo y tres generaciones gracias a la habilidad de sus propietarios para adaptarse a los cambios y, por ello, ahora reciben encargos de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa.

Juan Antonio Sánchez, actual titular del taller, cuenta a Efe que su tío abuelo Juan comenzó esta andadura en el oficio de moldear hierro «por necesidad» en 1903 junto a su abuelo Pedro.javascript:falsePUBLICIDAD 

Fue su padre, Juan Antonio, quien en 1965 cogió el testigo de su taller, La Fragua de Vulcano, en alusión al cuadro de Velázquez, aunque los tiempos y las necesidades ya no eran igual que cuarenta años atrás.

«En la época de mi abuelo, el herrero hacía un trabajo virtuoso con unos medios limitados y solucionaba las necesidades que se encontraba en su entorno más cercano. Cuando mi padre se incorpora, el radio de acción de la empresa se incrementa. A la funcionalidad se le pide una estética determinada, por lo que el taller camina hacia Madrid, Barcelona, Alicante y otras ciudades de España», ha comentado.

Cuando Juan Antonio, licenciado en Administración y Dirección de Empresas y en Bellas Artes, toma las riendas de esta factoría de hierro en 2010, el nivel de exigencia crece ya que los clientes reclaman piezas únicas y singulares, hechas a medida, de modo que capten el legado de la tradición para proyectarse al futuro.

Ese peso de la estética sin descuidar la funcionalidad le ha valido a Juan Antonio forjar rejas, puertas y escaleras de enclaves tan emblemáticos de la catedral de Toledo como la Puerta de los Leones o la Sala del Tesoro, que alberga la custodia de Enrique de Arfe que cada Corpus Christi procesiona por las calles de la Ciudad Imperial.

Ahora están trabajando en un encargo de veinte lámparas de hierro con forma de hojas «bañadas por la luz sin generar sombras» para la localidad madrileña de Meco que sustituirán a los tradicionales faroles fernandinos.

Además, desvela que acaban de entregar las rejas, puertas y barandillas interiores y exteriores de la nueva residencia de uningeniero iraquí en la fría ciudad de Wimbledon, ubicada al sudoeste de Londres y que cada año acoge el tradicional campeonato de tenis.

Y es que para este artesano del hierro, la filosofía de su taller la marca una frase del pintor y escultor norteamericano, Jeff Koons.

«Koons dice que el arte es aquello que completa el mundo. Esta frase me ayuda a trabajar en profundidad sobre aquello que forma parte del taller. Nuestra idea es completar el mundo a través de un metal tan noble como es el hierro», relata.

El rítmico sonido de los martillos que moldean el hierro rebosante de calor comienza a escucharse a las ocho de la mañana en esta factoría de metales en la que cinco herreros comparten doce horas de oficio con el hierro, la fragua, el carbón, el yunque y el martillo como herramientas de trabajo.

En una pequeña habitación aneja al taller, faroles, llaves y puertas de hierro, el metal con el que forjan la mayoría de sus creaciones, se agolpan para ofrecer a los visitantes una experiencia que mezcla la tradición con la innovación.

De hecho, Juan Antonio Sánchez, padre del actual propietario, muestra una reproducción de las llaves de Sevilla que hicieron entrega los musulmanes a Fernando III, rey castellano que conquistó la que fuera capital administrativa del al-Ándalus almohade.

A este vestigio de la historia antigua de España se unen algunas creaciones de Juan Antonio Sánchez, entre las que se encuentran varias piezas redondas sobre estructuras rectangulares de madera, materiales sobrios que representan las «hazañas bélicas de los soldados de Castilla», una singular alegoría de la alegría plasmada a través del sinuoso movimiento de una cinta de gimnasia rítmica o una escultura cubista de una mujer realizada en 2010.

Sobre el futuro del oficio, padre e hijo coinciden en el diagnóstico: «el futuro lo construimos nosotros», aunque Juan Antonio (hijo) matiza y habla de «una salud estable» aunque condicionada al convenio de siderometalurgia, no de empresas artesanas, «que hace al sector más ineficiente», además de que los que se incorporan a este oficio no lo hacen desde jóvenes sino a partir de los 40 años después de haberse dedicado a otra profesión.

Sin embargo, ambos consideran que la crisis de la última década es una oportunidad para reinventarse y mejorar el arte de moldear el hierro, un oficio que «ha sabido reciclarse una y otra vez durante sus 6.000 años de historia».

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